Hace tiempo comentábamos en estas mismas páginas una novedosa sentencia que reconocía a los deportistas profesionales la indemnización por extinción de contratos temporales que se prevé en el Estatuto de los Trabajadores para las relaciones laborales comunes.
A pesar de que desde entonces se han dictado varias sentencias que acogen este mismo criterio, el reconocimiento de esta indemnización al colectivo de los deportistas profesionales no está exenta de polémicas, pues lo cierto es que para algunos resulta incomprensible que se abone a los deportistas una indemnización cuya finalidad no casa muy bien con la naturaleza de este tipo de relación laboral especial.
Los contratos de los deportistas profesionales son siempre de carácter temporal porque las necesidades del deportista (al que le interesa cierta libertad contractual que le permita negociar con frecuencia las condiciones económicas de su contrato en función de la evolución de su carrera profesional) son inversas a las del trabajador común (que aspira a la garantía que le proporciona la estabilidad en el empleo). Si el objeto de las indemnizaciones que se abonan a la finalización de un contrato temporal es fomentar el empleo más estable y, de alguna manera, penalizar la contratación eventual, no es de extrañar que algunos se pregunten si realmente tiene mucho sentido que se abonen estas indemnizaciones a un colectivo cuya prioridad no es la estabilidad en el empleo y cuya relación, por imperativo legal, debe ser de carácter temporal.
A esta polémica se une la circunstancia de que algunos juzgados y tribunales, aun admitiendo que los deportistas profesionales tienen derecho a esa indemnización, rechazan que la misma sea abonada a todos los deportistas, deniegan su aplicación a los deportistas de élite y limitan su reconocimiento al resto de los deportistas que desempeñan su actividad con un resultado más humilde y cuyos intereses se aproximan más a los del resto de los trabajadores (estabilidad laboral y libertad contractual a la par).
Este asunto seguirá dando que hablar porque el distinto tratamiento que se da a los deportistas de élite no hace más que añadir más elementos de contradicción.