“Footballwithout fans isnothing” o, lo que es lo mismo, el fútbol sin aficionados no es nada.
Este es el mensaje utilizado por los seguidores ingleses para mostrar su descontento con los elevados precios de las entradas, que se ha multiplicado en los últimos años. A pesar de que los ingresos televisivos de los clubes en Inglaterra han aumentado exponencialmente, esto no se ha trasladado en una rebaja de precios para los aficionados, sino más bien lo contrario. Ante esta situación, los seguidores se han organizado, hasta el punto de plantear una huelga masiva.
España tiene el dudoso honor de ser el segundo país con las entradas más caras en el mundo futbolístico profesional.
A ello contribuyó la subida del tipo de IVA aplicable a las mismas, del 16% al 18% en 2009, y al 21% en 2012, en el contexto de la crisis. Los espectáculos deportivos de carácter aficionado sí disfrutan del tipo reducido de IVA del 10%.
La mayor parte de los clubes ha acabado repercutiendo esa subida de impuestos a sus aficionados.
Si bien los grandes clubes tienen una base social suficiente como para continuar llenando sus campos, los equipos más modestos están perdiendo a una parte de aquellos aficionados que no pueden costear este “artículo de lujo”.
En el reciente contexto electoral, los grandes partidos políticos se han comprometido, de forma más o menos explícita, a rebajar el mal llamado “IVA cultural”, para dejarlo en torno al 10%.
La rebaja, de aplicarse finalmente, debería afectar no solamente a cines, teatros, parques temáticos u otros espectáculos que se califican a estos efectos como “cultura” (a mi juicio no todos lo son), sino también al deporte profesional, es decir, a la Primera y Segunda división A de fútbol, y a la ACB.
La medida fomentaría el consumo de un producto que merece el apoyo de las Administraciones públicas.