La enrevesada configuración jurídica del deporte a nivel nacional e internacional puede traer consigo que los aficionados al baloncesto y seguidores de la ‘ÑBA’ nos quedemos sin disfrutar de su juego en el próximo Eurobasket. El motivo es la posible exclusión por parte de la Federación Internacional -FIBA- de uno de sus asociados, la Federación Española, por permitir que los clubes que se integran en ella participen en una competición privada ajena al mundo federativo.
El origen del problema data del año 2000, cuando una empresa privada crea una competición de clubes en Europa denominada Euroleague que coexiste con la competición FIBA (SuproLeague). En la temporada siguiente se alcanza un acuerdo y FIBA se resigna a organizar las competiciones entre selecciones nacionales y Juegos Olímpicos. Ahora, FIBA vuelve a querer organizar su competición europea de clubes y para conseguirlo utiliza a sus asociados, federaciones nacionales, para que exijan a los clubes que se integran en ellas su adscripción a su competición, amenazando de exclusión a dichas federaciones de las competiciones que organiza si no lo consiguen.
El problema es que la Federación Española no puede imponer dicha cuestión a los clubes españoles, puesto que una amenaza a los clubes de exclusión de la competición nacional por negarse a participar en la competición FIBA no resultaría posible al ser la misma organizada por la ACB, liga profesional ajena al mundo federativo y que, al margen del convenio de coordinación existente, controla dicha competición.
En consecuencia, problema de difícil solución jurídica que pasa por un consenso entre todas las partes implicadas
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